Mark Zuckerberg: ¿El nuevo paladín de la libertad de expresión?
En Estados Unidos, demócratas y republicanos por igual, encuentran razones para fustigarlos. Los republicanos dicen que Facebook está sesgada en contra de los conservadores. Los demócratas sostienen que la empresa de Zuckerberg está permitiendo que Donald Trump y sus aliados «propaguen mentiras, odio y desinformación».
colegas de la industria están yendo tras Facebook.
Y hay buenas razones para ello. Facebook ha vulnerado la privacidad de los usuarios (se contabilizan diversos casos; Cambridge Analytics es uno de los más notorios), Rusia interfirió en las elecciones de EE. UU. de 2016 a través de su plataforma y se le acusa de amplificar la desinformación, el discurso de odio y el contenido violento.
En este último ámbito se discute si la plataforma debe negarse a publicar un anuncio político en el que se hacen afirmaciones que contiene mentiras probadas.
La política de Facebook consiste en no verificar los anuncios políticos publicados en su plataforma.
Zuckerberg sostiene que no es la función de Facebook hacer de policía del discurso político[1].
Recientemente algunos medios tradicionales se negaron a publicar un anuncio político de la campaña 2020 del presidente Trump sobre el precandidato demócrata a la presidencia Joe Biden. Consideraron que contenía información claramente falsa.
Ese anuncio fue publicado en Facebook, y posteriormente se ha rehusado a removerlo.
Algunos consideran que bajo el pretexto de proteger la libertad de expresión, Zuckerberg afianza un negocio que corrompe la democracia.
No hay duda que Facebook y Zuckerberg tienen un punto. ¿Deben las empresas tecnológicas erigirse en censoras del discurso político?, ¿en realidad de cualquier discurso? ¿La sociedad debe darles ese poder?
No creemos que la respuesta sea afirmativa.
Sin embargo, los detractores no están del todo equivocados. No creemos que el problema de la desinformación debe ser ignorado. Por el contrario. La divulgación de mentiras y del discurso de odio tiende a generar la racionalización[2] y, consecuencialmente, la violencia.
Por lo tanto, debe abordarse porque es un problema gravísimo y que sólo puede empeorar. Llegando, incluso, a poner en riesgo a la democracia misma.
Mientras que la sociedad decide cuál dirección tomar, algo está claro. Mark Zuckerberg ha conseguido el tema central de su estrategia de defensa: presentarse como defensor de la libertad de expresión.
Y previsiblemente se mantendrá allí. Es fácil imaginamos que el razonamiento de Zuckerberg podría ser este: que se hable más de la libertad de expresión, tema con una connotación de alta moralidad, y menos de la violación a la privacidad de sus usuarios o del ambiente tóxico de su plataforma, o de sus posibles prácticas monopólicas.
Es precisamente por ello que surge la pregunta: ¿Son, genuinamente, Facebook y Zuckerberg los nuevos paladines de la libertad de expresión?
[1] Lea el discurso completo dado por Mark Zuckerberg en la Universidad de Georgetown el martes pasado, haciendo clic aquí.
[2] Así es como Facebook está radicalizándote.